Benjamin Lacombe relee “La sirenita”: una identidad atormentada en clave queer

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Benjamin Lacombe de paso por Buenos Aires para presentar su sirenita en la Feria Foto Camila Godoy
Benjamin Lacombe, de paso por Buenos Aires para presentar su “sirenita” en la Feria. /Foto: Camila Godoy.

De visita al país para participar en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y en una charla en el Malba, el ilustrador francés Benjamin Lacombe presenta una relectura gráfica del legendario texto de Hans Christian Andersen “La sirenita” y recupera así la sutil ambigüedad que propone el manuscrito original en diálogo con la biografía del autor danés, quien alguna vez confesó que sentía el mismo dolor que su personaje, forzado a renunciar a su identidad por amor: “Ilustrar viene de la palabra lustrar, que es iluminar, y lo que decidí es poner luz sobre algo que durante 180 años quedó acallado y no me explico por qué sucedió”, dice el ilustrador.

En la versión original del cuento publicado en 1837, la sirenita no se casa con el príncipe ni vive feliz para siempre en el mundo de los humanos. Vive en las profundidades del mar, es hija del rey Tritón, es la menor de sus hermanas, y sí -también- renuncia a su voz y a su cola de sirena a cambio de dos piernas que le permitan estar cerca de su amor, el príncipe. Pero el final que eligió Disney para la adaptación estrenada en 1989 que sirvió de disparador para la curiosidad de Lacombe no es trágico, como lo imaginó su autor Hans Christian Andersen, aunque a pesar del guion cinematográfico edulcorado la exigencia de la renuncia a la identidad sigue allí y con guiños muy claros al “ambiente queer underground neoyorquino”, apunta Lacombe.

Los ojos de la sirena son dagas de penas: grandotes, definidos, tristes. En verdad, la iconografía visual de Benjamin Lacombe (París, 1982), uno de los ilustradores más destacados a nivel internacional, autor de montones de libros bellísimos, lleva esa marca del gesto en la mirada, del color potente, algo caricaturesco y a veces monstruoso. Lacombe publicó muchos libros de ilustración, dirige la colección “Enciclopedia de seres maravillosos” -coinciden dos nuevos títulos en esta visita al país, entre ellos uno de él sobre brujas y otro de Sébastien Perez, con quien forma pareja creativa en varios textos-, pero también es un artista que aborda figuras o ficciones clásicas para devolverles algo de la profundidad que se evapora con el tiempo, como hizo con “Alicia en el país de la maravillas”, Frida Kahlo o María Antonieta.

Foto Camila Godoy
Foto: Camila Godoy.

En un café de una librería porteña, Lacombe saca su tablet para mostrar con imágenes lo que quiere decir sobre su sirenita, esa mujer con cola de pez que quedó dando vueltas desde que vio la película estrenada en 1989 y con la que luego trabajó diez años para meterse en la cabeza del autor y pulir su interpretación. Publicado por Edelvives, el libro maneja una paleta de colores definida, una elección que el ilustrador explica mientras hace pasar las ilustraciones de su pantalla. Rosa casi fluorescente, azul y violeta, la paleta que predomina.

“Quise jugar con la indefinición del personaje y tenemos los colores que han sido fundamentales: rosa para las niñas, azul para los varones y la mezcla de estos dos colores en esa cola de la sirena, que es la que va a ser mutilada y que es de color violeta, como símbolo de lo trans, de lo transgénero”, argumenta el ilustrador, que se presenta mañana a las 12 en el Malba con la conferencia “El enigma del origen: La sirenita”.

Con traducción directa del danés, la versión ilustrada por Lacombe presenta el manuscrito original de Andersen, más tres aportes fundamentales: otro final que escribió el autor y tachó dos veces; las cartas que se envió con su amigo Edvard Collin; y prólogo y epílogo de Jean-Baptiste Coursaud, quien presenta las derivaciones del texto original en relación a la vida del autor y analiza el canon danés que plasmó sus lecturas para guardarlo “en el seno de la especie heterosexual”.

Foto Camila Godoy
Foto: Camila Godoy.

“La sirenita” fue leído como “camuflaje literario” del autor, aunque esa pena y dolor por amor no es por una mujer -como han orientado la mayoría de las interpretaciones y el canon literario de este autor asociado a cuentos infantiles- sino por un varón: su amigo Edvard Collin. En más de 180 años de existencia de este relato, no se leyó -o no se lo quiso hacer- como un cuento de desamor homosexual o como el relato de un cuerpo que no corresponde amar a quien ama, tal como revelan las cartas, el diario o la vida de Andersen que pocas veces se ha querido iluminar.

En la correspondencia con su amigo Edvard, por ejemplo, Andersen le pide que por favor lo tutee, le declara su entrega -“mas como son mi ternura y mi semifeminidad las que me han permitido encariñarme con usted una vez que descubrí en su persona muchas otras maravillosas cualidades” y se despide: “Suyo, entregado con todo su corazón”. En el epílogo, Coursaud se diferencia de otras interpretaciones que ubican a Andersen como príncipe y a Louis Collin como sirena (la hermana de Edvard), y en cambio, postula: “tras la figura del príncipe se esconde Edvard Collin; Henriette Thyberg es la princesa con la que este (al igual que el primero) se casó; mientras que Andersen, que se enamoró perdidamente de Edvard, sobre todo de 1835 a 1836, año de su boda, se identifica con la sirenita”.

-Télam: Esta edición ilustrada de la Sirenita recupera su dimensión política en el sentido de que potencia una interpretación que dialoga con lo que dijo el propio Andersen sobre este cuento vinculado a la idea de una renuncia de identidad por deseo. ¿Lo ves así?

-Benjamin Lacombe: La idea no es politizar el discurso ni estas obras, sino abrir cabezas y tratar de explicar o de poner sobre la mesa algunas problemáticas. “La sirenita” es parte de una investigación fáctica, se han leído los cuentos de Andersen y sus cartas que hablan de su autor, de sus temores, que hablan de él mismo y su entorno en una época en particular.

Y trabajé con el manuscrito original, o sea, que es exactamente palabra por palabra escrita por Anderson. El desafío de ilustrar no es hacer una paráfrasis, sino dar una visión, una lectura que es obviamente la propia. Ilustrar viene de la palabra lustrar, que es iluminar, poner en luz, y yo lo que decidí es poner luz sobre algo que durante 180 años quedó acallado y no me explico por qué sucedió.

Lacombe y Prez Foto Camila Godoy
Lacombe y Pérez. Foto: Camila Godoy.

Por ejemplo, lo primero que hace el príncipe cuando la sirenita se ha mutilado su cola y ya tiene las dos piernas, con toda la situación por la que ha pasado, es vestirla de hombre con una vestimenta como de paje y luego se van a cabalgar por bosques perfumados. Pero, sin embargo, en estos 180 años no hay una sola imagen que muestre a la Sirenita vestida de esta manera…. Cada cual con su interpretación, cada ilustrador con su librito.

-T: Sin embargo, más allá de las adaptaciones o las ediciones que no iluminaron esta perspectiva, también la investigación en torno a Andersen se orientó en silenciar algunas de estas cuestiones.

-B.L: Si, exacto y están las cartas, los manuscritos, un final que es muy sorprendente porque jamás fue publicado ni siquiera en danés y esta es la primera vez que se publica. Con todo este corpus fue que yo decidí ilustrar esta Sirenita.

La idea fue este personaje ambiguo, hablamos de un cambio de cuerpo, de sexo, de hecho Andersen dice que le hubiera gustado ser mujer para que lo pueda amar, se lo dice a su amigo en esas cartas. Andersen dice ‘yo siento el dolor de mi personaje’. En definitiva es algo así como ‘la sirenita soy yo’. Quise jugar con esta identificación del personaje. Los colores han sido fundamentales: rosa para las niñas, azul para los varones y la mezcla de estos dos colores, el violeta, en la cola que va a ser mutilada, como ese símbolo de lo transgénero.

-T: Así como la Sirenita se vio obligada a renunciar a su identidad con un final trágico porque el deseo no es correspondido ¿creés que la ficción se vio obligada a renunciar a su identidad, como por ejemplo se podría pensar que ocurre con su adaptación más popular hecha por Disney?

-B.L: Toda adaptación supone una traición y, es más, las buenas adaptaciones son traidoras en sí mismas, lo que se obtiene va a ser algo diferente. Se pueden poner o se pueden sacar cosas y eso no es necesariamente malo. Muchas veces se critica a Disney y yo no estoy de acuerdo con esas críticas. Me parece que Disney hace lo que hace desde su prisma de lectura y sin embargo aporta.

Si bien en el caso de la Sirenita toma el punto de vista de la crisis adolescente y el pasaje al mundo adulto, en la película tenemos todo un mundo gay y queer. Ese mundo es retomado en la representación de Úrsula que se inspira en la transgresora drag-queen de culto Divine; está el rey Tritón, con sus pelos largos, sus músculos, su diadema, es un ícono gay. Y el cangrejo Sebastián, color rosa, amante de la ópera, que asusta a las mujeres.

Howard Ashman era gay y fue el compositor de “La sirenita” y también de “Bella y Bestia”, que son dos de las películas donde realmente hay mayores referencias al universo queer gay.

Y en el cuento de la sirenita hay algo que toca este mensaje de Anderson, aunque no se hayan visto las cartas, aunque no se haya leído el manuscrito original. Lo que transfunde, lo que transpira el texto es ese dolor de vivir en un ser que tiene que dejar de ser quien es para poder ser alguien, y finalmente poder ser amado por esa persona.

-T: Proponés un montón de capas de lectura que revelan la potencia metafórica del original. ¿Frente a tanto estímulo a la literalidad perdemos ese ejercicio de volver a leer de a capas, a buscar esos intersticios de sentidos distintos?

-B.L: Otra lectura posible es la de un ser que va a pasar de un mundo a otro. En este sentido, la sirenita abandona su mundo, su mundo marino y cruza el océano para llegar al continente a vivir en otro lugar en donde no es aceptada. Recordemos que lo primero que hace el príncipe, aparte de vestirla como había dicho de varón, la pone en una almohadoncito a dormir como si fuese un perro. Y esta es una idea que podemos asociar con la migración y con los migrantes: la idea idea de partir de tu mundo, llegar a otro, sin voz, sin poder expresarse y no ser reconocido en tu identidad.

Y hay algo de Andersen en esto porque él nace en un mundo pobre, él vino de una clase social pobre y luego hace un salto, transita hacia una clase social más elevada, donde finalmente encuentra su éxito profesional. Y por último está esta idea también de haber nacido en un cuerpo incorrecto ¿no? En ese cuerpo que no te representa y esto Andersen lo ha trabajado en distintos cuentos como en el patito feo.

Lacombe y Perez, la dupla creativa que sigue abriendo proyectos

Hacía seis años que el francés Benjamin Lacombe no visitaba la Argentina y esta vez llegó acompañado por Sébastien Perez, escritor y partenaire creativo en libros como “Frida”, “Genealogía de una bruja” y “La mejor mamá del mundo”, y autor de la colección “Enciclopedia de seres maravillosos”, que dirige el ilustrador.

Edelvives presenta dos novedades de “Enciclopedia de seres maravillosos”, libros en gran tamaño donde se recopilan figuras y seres de tradiciones fantásticas a partir de distintas culturas y geografías, a través de sus leyendas, sus enlaces con el mundo de lo real y de la ficción. Los nuevos títulos son: “Las hadas”, que tiene como autor a Sébastien Perez y como ilustrador a Bluebirdy, y “Las brujas”, con textos de Cécile Roumiguière y dibujos de Lacombe. En ambos, esas figuras se escapan de la perspectiva europea o americana y entablan vínculos con otras cosmovisiones, donde los mitos se revelan también como formas de invertir y masticar el mundo de lo real.

“Van a venir nuevos libros, el próximo es sobre monstruos, esos seres que están fuera de la norma, y luego saldrá otro sobre dragones, donde hay un punto en común que es el peligro de la naturaleza y la idea es que oponerte a la naturaleza conlleva necesariamente destrucción”, adelanta el ilustrador en diálogo con Télam.

-Télam: En ambos títulos, esos seres mágicos que suelen ser caracterizados desde un lado bondadoso, luminoso, se presentan aquí con una complejidad que indaga en zonas más profundas, que se articulan con temas de lo real.

-Sébastien Perez: Es una colección que creó Benjamin para ver los distintos universos de los seres mágicos, el de las hadas, el de las brujas y otros que estarán por venir también.

-Benjamin Lacombe: Para mí lo interesante era retomar este género de lo maravilloso porque son figuras que en el fondo lo que hacen es hablarnos de nosotros mismos y que resurgen en distintos momentos de la historia para eso están.

-T: Sébastien ¿que te enseñaron las hadas?

-S.P: Las hadas son seres de la naturaleza con ese lado benéfico y con ese otro lado un poco maléfico, como cualquier otro elemento de la naturaleza. Lo interesante fue descubrir que en el mundo, estos seres maravillosos existían no necesariamente con un mismo nombre pero que sí estaban presentes en todos lados. Y la idea era no ser europeo céntrico, no tratar sólo hadas de Europa, sino también poder verlas en Irán, en África y otros lugares del mundo. Y un poco para diferenciarnos de otras compilaciones de estos seres mágicos, lo que decidimos hacer fue darle un hilo conductor a la historia, encontramos un personaje en común que va a atravesar toda esta evolución y de esa manera el género se aproxima más al cuento, toma otro género literario. Lo que fue evidente es que cuando hablamos de hadas, hablamos de ecología. Porque como dice el autor francés Édouard Brasey si pudiéramos entender o comprender el mundo de las hadas ¿le haríamos esto a la naturaleza?

-T: ¿Y las brujas?

-B.L. Lo que siempre aparece en común, no importa la cultura, no importa el continente, no importa la época, pueden ser viejas, feas, con nariz de gancho o con un grano como en Europa, pueden ser seductoras como las brujas celtas, pueden ser chamanas como las brujas en África, pero siempre todas ellas tienen un punto en común y es que no tienen marido.

Lo interesante es tratar de ver a estas brujas desde esta perspectiva más moderna, como figuras feministas. Hay brujas que han sido curadoras, sanadoras, casi enfermeras, diría yo. En los años 70 también ha habido una tendencia a verlas como parte de un movimiento más ecologista en el sentido de unas curas más naturales. Ellas han sido calificadas como brujas en sociedades más patriarcales como por ejemplo las del medioevo. Estas brujas, han sido siempre vilipendiadas, han sido perseguidas, han sido claramente quemadas.

Y en estos ejemplos que te contaba, de sanadoras, de brujas del medioevo también hay como un regreso de los zombies, hay mucha ficción donde hay zombies o vampiros con gran temor a la pandemia, es decir, hay siempre una idea de muerte y de renovación. La idea es que todas estas brujas o este concepto de brujas se presenta como un espejo que deforma y que al mismo tiempo traduce esta nueva sociedad. Son los seres maravillosos los que te muestran esta realidad deformada pero que al mismo tiempo es la realidad y quise presentar en esta enciclopedia de seres maravillosos un panorama de su presencia en culturas y en lugares distintos.

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