
Aquel 6 de junio de 2022, entre las 4 de la madrugada y la noche siguiente, cuatro bebés sufrieron descompensaciones graves. Dos murieron. A lo largo de los meses que siguieron, otros episodios similares se repitieron. Cinco muertes y ocho intentos de homicidio es el saldo que la justicia intenta esclarecer. Brenda Agüero, enfermera de 27 años, es la principal acusada. Enfrenta cargos por homicidio calificado y tentativa, con una posible condena a prisión perpetua.
En otro doloroso aniversario, las madres que parieron confiando en el abrigo del sistema público caminan hacia el final de un juicio sin precedentes. Lo hacen con la carga del duelo, la sospecha y el estigma. Lo hacen, además, sabiendo que en pocos días, el 18 de junio, se conocerá el veredicto. Y aunque la justicia no devuelve vidas, puede al menos arrojar luz sobre una oscuridad que aún lastima.
Una noche de horror
Todo comenzó de manera confusa. Bebés que nacían con buena salud, en perfecto estado, y que en cuestión de horas se descompensaban sin explicación. Las autopsias hablaron de potasio en niveles incompatibles con la vida. Una médica, negándose a firmar un certificado de defunción sin una causa clara, encendió la primera alarma. Pero no fue suficiente.
Los días siguientes fueron un espiral de dolor y desconcierto. El hospital, referente en salud maternoinfantil, se convirtió en el escenario de una pesadilla. Lo que debía ser sinónimo de vida y esperanza, se volvió símbolo de muerte y sospecha.
Juicio histórico, heridas abiertas
Desde enero, se desarrolla un juicio inédito en la Cámara 7ª del Crimen. Son once los imputados: Agüero, como presunta ejecutora de los crímenes, y varios exfuncionarios y médicos del sistema de salud provincial, acusados por omisión, encubrimiento o negligencia, entre ellos el ex ministro de Salud provincial Diego Cardozo y la ex Directora del Neonatal, la doctora Liliana Asís.
Durante las 50 audiencias ya realizadas, se escucharon testimonios dolorosos y estrategias defensivas polémicas. Algunas madres fueron culpadas por “descuidos”, otras debieron soportar insinuaciones crueles sobre su comportamiento o intenciones. La defensa de Agüero incluso sugirió que las víctimas habrían modificado sus relatos por interés económico.
A partir de esta semana, comenzará la etapa final: las “últimas palabras” de los imputados y las intervenciones finales de las madres. Ocho jurados populares y dos jueces técnicos tendrán en sus manos una decisión que va mucho más allá de una condena: se trata de restituir, aunque sea simbólicamente, un poco de verdad.
La conmoción no se limitó a los pasillos del hospital. La idea de una asesina serial que actuó con libertad dentro de un hospital público, bajo la mirada de profesionales, sin que las alertas fueran escuchadas a tiempo, hizo estallar un modelo de gestión. No solo por los crímenes en sí, sino por la falta de respuesta oportuna. Las advertencias ignoradas, los reportes minimizados, los traslados sospechosamente tardíos de personal, el silencio de autoridades que debieron haber intervenido cuando aún se estaba a tiempo.
Crítica institucional, sin excesos
El caso Neonatal no es solo una tragedia individual. Es un espejo institucional. Y lo que devuelve es inquietante. La responsabilidad penal de Brenda Agüero, si se confirma, no exime a quienes fallaron en detectar, alertar y detener la sucesión de muertes.
Este juicio será recordado no solo por su veredicto. Lo será por lo que puso en discusión: la fragilidad del sistema público, la violencia obstétrica, la credibilidad de las instituciones y la resiliencia de mujeres que, habiendo perdido lo más valioso, siguen peleando por la verdad.
Córdoba, y todo el país, asisten con atención a los días finales de este proceso. No se trata solo de justicia para cinco bebés. Se trata de preguntarnos cuántos sistemas fallan en silencio hasta que estallan. Se trata de que nunca más haya otra madre que entre a parir en un hospital público y salga con los brazos vacíos y la culpa encima.
Pero también una dura advertencia: cuando el Estado mira para otro lado, también mata. Aunque no inyecte. Aunque no firme. Aunque se lave las manos.