Sheyla Colt es cantante, docente de artes visuales y coordinadora del taller Mi Portal, un espacio artístico que funciona en su casa y que abrió en noviembre del año pasado.
Desde muy joven incursionó en múltiples disciplinas: estudió arte, trabajó como manicurista, hizo depilación y participó en distintas bandas de metal y derivados. Hoy, enfoca su energía creativa en dos grandes ejes: la música y las artes visuales.
“Yo creo que vos podés ser hábil para muchas cosas, siempre y cuando tengas disciplina, te guste lo que hacés y tengas ganas. En mi caso tengo ganas de aprender, entonces me mando. Siempre me gustó hacer muchas cosas, pero llegó un momento en el que tuve que preguntarme: ¿qué hago de mi vida? ¿En qué me enfoco?”, cuenta Sheyla.
Actualmente se dedica a cantar en Bardo, una banda formada luego de la pandemia, donde también participan Pablo Formía, Franco Troncoso, Jeremías Lauman (guitarrista), Leo Troncoso y Ezequiel “Chucky” Banno. En paralelo, lleva adelante su taller de arte en un espacio que montó en el garaje de su casa, donde enseña dibujo, pintura, escultura y técnicas mixtas a personas de todas las edades.
“Lo que me pasa cuando estoy en el escenario es parecido a lo que me pasa con las artes visuales. Es como una desconexión de la realidad. Cuando hacés música y más si estás en vivo, tenés que prestar atención a muchas cosas: la letra, la conexión con la gente, con vos misma, la técnica que estás usando. Tenés que tomar muchas decisiones en el mismo momento y eso hace que el cerebro se dispare. Con el arte visual pasa lo mismo. Pensás todo el tiempo: se parece, no se parece, cómo quiero que esté la luz, cómo lo soluciono. Y si no sale, borrás e intentás de nuevo. Es el mismo trance. Un desafío, pero también un disfrute”.
Sheyla comenzó a cantar motivada por un compañero del colegio que la invitó a un ensayo de Ladridos, una banda que hacía covers de anime. “Me preguntó si me animaba a cantar, y como sabía que me gustaba, fui. A los chicos les gustó y ahí empezó todo. Fue la raíz de lo que soy hoy”, recuerda.
Luego vinieron otras formaciones como Sedd, donde estuvo tres años y cantó metal sinfónico, Greed, y más adelante Vesta, donde compartía la voz con su pareja, Nicolás Accastello. “Con Ladridos había empezado a hacer guturales en algunos temas. Fumaba desde muy chica y pensaba que tener la voz ronca era genial para eso. Pero cuando dejé el tabaco tuve que empezar de cero, conocer mi aparato fonador y empecé clases de canto”.
Durante la pandemia, la formación de Vesta se interrumpió y, con el tiempo, surgió la necesidad de volver a tocar. Así nació Bardo. “Al principio estábamos con Pablo, «Minicow» (Jeremias Illanes) —que también era guitarrista de Vesta—, y «Melena» (David Degano) de Sinergia, pero después cada uno se fue enfocando en sus proyectos y se sumaron los nuevos integrantes.
Bardo se presentará próximamente en la cancha en el predio de La Rosa Rock, en calle 88 y el Interprovincial. Allí también tocarán Flathead, Fuxia (Paraná) y el tributo a Deftones “Deftponys”. El 25 de mayo, en tanto, Bardo tocará en el ciclo Llenate el Mate de Rock.
El otro proyecto de Sheyla es el taller de arte Mi Portal, que abrió con la idea de concretar un deseo que tenía desde el comienzo de su carrera. “Nos mudamos a una casa con garaje y eso nos permitió recibir chicos. El taller es para todas las edades, desde los cinco años. Se enseñan técnicas de dibujo, pintura, escultura, y la idea es que más allá de desconectar, se lleven aprendizaje. Hay personas que prefieren el realismo, otras la pintura más expresiva, entonces se trabaja en función de cada necesidad artística. También se busca salir de la zona de confort para mejorar en la técnica y generar nuevas experiencias”.
Sheyla vive el arte como un camino de búsqueda constante. “Para mí, tanto en la música como en el arte visual, se trata de eso: de tomar decisiones, de arriesgarse, de conectar con lo que estás haciendo y con los demás. Esa adrenalina de crear algo que no sabías que podías hacer es lo que me mueve todos los días”.