Romina Melano y el desafío a volver a ser: la recuperación después del accidente

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El 4 de mayo no será un día más para Romina Melano desde ahora. La abogada sanfrancisqueña de 43 años está recuperándose poco a poco de aquel accidente que tuvo en Los Gigantes en el momento que estaba haciendo trekking junto a un grupo.

En medio de la dolorosa recuperación, dialogó con Radio Estación 102.5 sobre cómo afronta esta etapa, considerando que tenía una vida deportiva activa y dedicada plenamente a sus hijos de 15, 13 y 8 años.

Luego de varias semanas de internación, regresó a su hogar para empezar una rehabilitación de la mano de los kinesiólogas que la ayudan a volver a ser la persona de antes. Ella definió que tenía una vida «rápida y furiosa», además de activamente deportiva, antes de aquel día: «Me iba a hacer gimnasia a las 6 de la mañana junto a mi hermana, después llevaba a los chicos al colegio, iba a trabajar y muchas veces después salía a pedalear, además de que a la noche practicaba vóley y los fines de semana solía jugar algún campeonato de beach vóley», una rutina que había adoptado con el paso del tiempo junto al crecimiento de sus hijos.

EL ACCIDENTE

Romina destacó que había realizado trekking en Los Gigantes, pero por primera vez lo hizo por el camino de Las Altas Cumbres, junto a otro grupo.

Fue a las 17 horas del sábado que inició la pesadilla: “Salí de un pasillo de Las Cuevas de Achala primera en la fila y paré sobre una piedra para ver cuánto faltaba. La piedra cedió, pegué un salto y con la pierna derecha traté de ir hacia el costado, pero cuando pisé, se movió la tierra y me fui hacia abajo”.

Ella cayó 12 metros al vacío en una grieta de la montaña que estaba tapada con pasto, por lo que no pudo ver el lugar: «Caí primero con los pies y después con la pelvis».

Los pies son los que más sufrieron las lesiones, heridas que acompañaron la quebradura de coxis, la pelvis adelante y atrás, la cadena posterior, tres lumbares y el esternón, junto a una contusión cerebral. Afortunadamente, nunca perdió la conciencia, lo que le permitió poder estar al tanto del rescate.

EL RESCATE QUE SE HIZO ESPERAR

Para la sanfrancisqueña no fue fácil aguardar más de 12 horas, quizás el tiempo más largo de su vida. Cada minuto le hacía pensar si volvería a ver a sus hijos, su mamá y sus tres hermanas. Es que los bomberos llegaron a la zona 12 horas después de la caída, en el momento que ya presentaba un cuadro severo de hipotermia. Destacó que junto a ella, se quedó un joven de Arroyito, Nicolás Casal, quien le habló todo el tiempo para acompañarla.

La lejanía y la falta de señal para comunicarse hicieron que la espera se hiciera interminable.

Cabe recordar que en el operativo participaron personal del Departamento de Unidades de Alto Riesgo  (Duar), dependiente de la Dirección de Bomberos de Córdoba, con colaboración de Bomberos Voluntarios y personal del Equipo Técnico de Acción ante Catástrofes (Etac) y de Gestión Integral de Manejo de Fuego (Gimf).

En primera instancia fue trasladada al hospital de Mina Clavero, donde fue intervenida por primera vez para la colocación de tutores en los pies. Allí fue donde pudo encontrar su celular y comunicarse con su hermana y mamá, para comunicarles lo sucedido. Finalmente, fue llevada al Hospital “Raúl Ángel Ferreyra” y luego al Privado Universitario de Córdoba.

Contó que varias semanas después del accidente pudo volver a ver a su hijo mayor, pero que el reencuentro con sus hijos más chicos tuvo que esperar, dado que era un sector susceptible para otros pacientes. Esa situación generó muchas emociones que fueron difíciles de canalizar.

Lo cierto es que pasó un mes y medio de internación en terapia intensiva, además de cinco operaciones y múltiples curaciones, hasta que aquel 10 de junio fue dada de alta y así empezar la «vida nueva».

RECUPERACIÓN Y REORGANIZACIÓN

No sólo para ella sino que también para sus hijos fue un aprendizaje y adaptación. Significó reorganizar toda su rutina en base al proceso de recuperación y a las actividades de sus hijos. Romina reconoció que no fue nada fácil, porque su incapacidad física no le permitía responder a las necesidades de ellos ni a lograr hacer los quehaceres básicos del hogar.

No obstante, poco a poco pudo «rearmarse» con el apoyo de sus familiares, que en su momento llamaron a la sociedad a elevar cadena de oración y a pedir por su recuperación.

REFLEXIÓN FINAL

«Estar en silla de ruedas me hizo tener una pausa obligada, por lo menos este año, hasta que pueda volver a caminar y a pararme»: así define la mujer acerca de cómo vive este momento, a casi tres meses del accidente que nunca imaginó que podía llegar a tener, pero que pudo darle una lección.

Señaló que transita días «muy buenos y otros muy malos» en lo anímico, pero que tiene la firme convicción de que con el paso del tiempo volverá a su versión anterior. 

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