
En sus remeras, gorras, y hasta en su piel, miles de almas lucen el mismo asterisco rojo. Un logo que no solo representa lo infinito sino que ilustra la historia de generaciones. Como si de un ritual se tratara, lo que pasa en el estadio Monumental tiene nombre y apellido: Red Hot Chili Peppers.
Lejos de la repetición y las coreografías ensayadas de hoy en día, el grupo mostró su personalidad a puro rock. Con un show clásico donde primó la conexión con la gente, se lució con un set list particular que cruzó la adrenalina de sus estrenos con el paso obligado por muchos de sus clásicos. Del otro lado, se encontraron con un público argentino que no paró de gritar, poguear y que se dejó llevar por la música.
Como si los años no fueran nada, el bajista Flea irrumpió en el escenario haciendo la vertical y caminando con sus manos. Acto seguido, el grupo -cada uno vestido con una prenda azul, como guiño al país- dieron rienda suelta a Can’t Stop, el primer tema de la noche.
El espíritu de rock inundaba la noche porteña y entre saltos, pogos y abrazos, los fans celebraban el regreso de la banda.
A lo largo de su carrera visitaron 8 veces la Argentina. La primera, y de la cual se cumplen 30 años, fue en 1993 (Obras Sanitarias, 25 y 26 de enero), luego 1999 (Luna Park, 5 y 6 de octubre), 2001 (Vélez Sarsfield, 24 de enero), 2002 (River, 16 de octubre), 2011 (River, 18 de octubre), 2014 en el marco del Lollapalooza (Hipódromo de San Isidro, 2 de abril) y de la misma forma en 2018 en el mismo festival (Hipódromo de San Isidro, 16 de marzo).